MariLuz Medina/Fotos.Israel González/Pasadena, CA.- La historia cambio.Esta vez, no tuvo llenazo, tertulia en las afueras, ni tan siquiera el desquiciante tráfico que se hace cuando juega la Selección Mexicana en el Rose Bowl, de esta ciudad, pero el nuevo comienzo inició con un triunfo contundente de 3-0 sobre Nueva Zelanda, quien salió a cumplir con el compromiso.
Mas allá de lo futbolístico, lo que realmente acaparo la atención fue la entrada de 25,271 aficionados, como se informó oficialmente, para un recinto al que le caben 90 mil, y que la Selección Mexicana ha llenado, casi en todas sus presentaciones, o bien lleva mas del 50 por ciento de capacidad.
Los goles de Orbelin Pineda, Cesar Huerta y Luis Romo, quedaron en segundo plano, en un triunfo que fue agridulce, pues a los ahora dirigidos por el experimentado Javier Aguirre, les urgía ganar, como fuera, de ahí que el partido careció de emoción, había pánico de recibir anotación, necesitaban dejar su marco en cero y mostrar que pueden ganar, aunque sea sin buen futbol.
Ha sido una presentación escasa, en fútbol y afición, aunque por el marcador pareciera que todo fue excelente, pero no fue ahí y el mayor enredo vino con los cambios, de Córdoba, Láinez, Martín, Charly y Angulo, que poco o nada aportaron.
Huerta entro antes por lesion de Julian Quinonez, y apenas toco el balón y anotó.
Sin duda, mucho que trabajar para Javier Aguirre, que al termino del partido supo responder a la prensa y aseguro que le gusto el funcionamiento de su equipo en su presentacion.
CANELO Y SU SHOW
Previo al partido y cuando los equipos hacian sus ejercicios de calentamiento, apareció el boxeador mexicano, Saul Canelo Alvarez, dio una vuelta a la cancha, estuvo en el inicio del partido y hasta hizo el volado con los capitanes de los equipos.
Un show,, innecesario pero efectivo.
RUMBO A TEXAS
Apenas terminaran el desayuno, la delegación mexicana vuela a Dallas, Texas, para enfrentar el próximo martes en otro amistoso a la Selección de Canadá, que venció este sábado 2-1 a Estados Unidos.
Ahora, el dilema será ver cuantos aficionados asistiran al enorme e imponente estadio de los Vaqueros de Dallas.
