Alicia Arias/León, Gto.- Para la escritora y presentadora de televisión Ethel Krauze, su última novela, titulada Samovar, gestada durante tres décadas, la llevó a la cúspide de su carrera literaria al lograr una apuesta muy difícil que le dio la certeza de que nunca volverá a escribir algo así.
Samovar “representa para mí una cúspide en el sentido de que logré, finalmente, una apuesta muy difícil y de gran reto literario y personal. Representa también una salida del closet completa porque, finalmente, yo me expongo, para bien y para mal. Hay muchos elementos de mi historia y de mi filiación que de alguna manera se mantienen como en cierta sombra, en cierto esconderlo porque da miedo la regla, que te discriminen, que te marginen. Yo vengo de una generación del holocausto; entonces no es fácil quitarse eso. Soy de la primera generación nacida en México; entonces, en ese sentido, me genera una satisfacción, hay una gran exposición pero me da una libertad, me siento mucho más libre que antes y, por el otro lado, también me doy cuenta de una cosa: yo sigo escribiendo y espero, como decía mi abuela: ´si dios presta vida´, vivir muchos años y seguir escribiendo, ya, de otras cosas, pero nunca volveré a hacer algo como Samovar. Tengo clara la conciencia de ello. A lo mejor hago algo mejor, bueno, malo, no lo sé, pero como Samovar ya no".
“Eso me da, por un lado, alegría; por otro lado, melancolía. Ya logré esto. Todavía tengo que viajar en paralelo porque ya no puedo viajar hacia adelante. Tengo que viajar en paralelo, por otros estilos, por otras historias”.
Así describe Ethel Krauze lo que representa su más reciente novela, que no surgió de una idea porque surgió de la vida, la vida de su abuela nacida en Rusia y que migró a este país, trayendo consigo un samovar, esa típica tetera rusa, "esa que calienta el corazón y el cuerpo y está en el centro de la casa”, comenta la escritora.
La novela se titula Samovar porque su abuela, que nació en la Rusia zarista, tuvo que pasar por la Revolución bolchevique, la persecución de los cosacos en Ucrania, la Primera y Segunda Guerra Mundial, por el Nazismo, y tuvo que huir y salvarse junto con sus hijos, "y lo hico que se llevó en esa huida fue su samovar”. La novela cuenta todo lo que pasa con el samovar durante el viaje.
Editado por Alfaguara y puesto en circulación el pasado 15 de enero, la historia de Samovar data de hace 30 años, cuando la autora visitaba a su abuela y charlaba con ella todos los miércoles durante dos años, los dos últimos de su vida.
La abuela le contaba su propia historia en la que aparecieron otras dos mujeres, “sobrevivientes de lo imposible”.
Esas tres mujeres, explica Ethel Krauze, se convirtieron en un modelo de mujeres fuertes, de mujeres que han sabido sortear las tragedias de la vida, que tenían mucho que enseñar a las generaciones nuevas.
Un samovar propio para hacer frente a la pandemia
Ethel Krauze tenía muchos escritos y apuntes sobre las narraciones de la abuela “y cuando vino la pandemia yo me di cuenta que yo estaba viviendo mi propia tragedia, como la había vivido en su época mi abuela”.
“Haz de cuenta que era nuestra Segunda Guerra Mundial o el nazismo. Tenías que cuidarte del enemigo y no sabías en qué iba a terminar. Entonces, yo me dije a mi misma: ‘yo necesito un Samovar. Aquello que me salve´ y dije: ‘es el momento de terminar esta obra, de convertirla en una novela y de sacarla a la luz. Es el momento de que estas mujeres le hablen a otras mujeres, a las mujeres de hoy. Que estas mujeres que cruzaron un siglo de adversidades nos enseñen cómo le hicieron, y así fue como salió”.
Samovar comenzó a escribirse sin ser concebida como la novela en la que se convirtió. Ethel Krauze le había dado vueltas durante muchos años y con la pandemia de Covid-19 determinó que que había llegado la hora “de hacer de Samovar un símbolo de resistencia, un símbolo de las mujeres que son capaces de sortear la adversidad. De hacer de estas pequeñas historias, que son todas nuestras madres, nuestras ancestras, -que parecía que no fueron importantes- pero fueron tremendamente importantes porque fueron las que lograron la sobrevivencia, las que lograron entender que la vida transcurre también en la familia; y el trabajo que ellas hacían en las casas luchando mientras los hombres iban a la guerra, tomando decisiones. La vida de las mujeres no ha salido suficientemente a la luz del día, se ha considerado en las sombras dentro del hogar y las mujeres tenemos que empezar a salir de ese closet de la historia y la literatura es especialmente magnífica, donde las actoras podemos hacer eso”.
Todavía tengo que viajar en paralelo porque ya no puedo viajar hacia adelante. Tengo que viajar en paralelo, por otros estilos, por otras historias.
Ethel Krauze
Samovar, es más, mucho más que una historia de familia. Es una obra que forma parte de lo que su autora describe como un movimiento que están iniciando, especialmente, mujeres escritoras en México, en Latinoamérica y en todo el mundo. “Es este movimiento de empezar a rescatar a nuestras ancestras y no solamente las que han hecho una obra aparentemente importante, en el sentido artístico, científico, político, sino hacer ver la importancia que ha tenido la vida de las mujeres en la historia”.
La obra se ha convertido en un detonante para sacar las propias historias del público lector.
La autora encuentra muy gratificante que lectoras y lectores se accercan a ella en redes sociales, en los clubes de lectura, en las presentaciones editoriales para contarle la vida de sus bisabuelas, abuelas, mamás, sus propias historias.
“Entonces dije: ‘ándale, de eso se trataba, de lanzar una carnada y que tú tomaras la estafeta y dijeras: yo también quiero hacer eso y quiero ir a buscar a la abuela, a la mamá. Que tú indagues, imagines, te preguntes, que trates de llenar esos silencios en los que ha estado la vida de las mujeres en las familias”.
“Entonces, es desmitificar a las viejas y, en vez de que las veas viejas, en sentido peyorativo, que las veas viejas en el sentido afirmativo. Estoy vieja porque he vivido y tengo cosas que mostrar y, de alguna manera, ser ese faro de las más jóvenes que están en la confusión y en tantas contradicciones.”
Pasaron más de 30 años para que saliera la novela. “Le estuve dando vueltas. Siempre tenía como una asignatura pendiente y me aparecían otras obras, pero yo sabía que ésta era algo especial, que me iba a costar sangre, y que me iba a costar ovarios y que necesitaba tener una madurez como mujer y en lo espiritual”.
La cultura, asegura Ethel Krauze, “no favorece que sepas de las mujeres. Sí sabes de los hombres (…) y de las mujeres solo dices ‘cocinaba muy rico y tuvo ocho hijos, y ya’. Tienes que ver qué hay detrás de esos silencios”.
¿Qué pasó con el samovar que su abuela trajo desde Rusia? Para saberlo, hay que leer la novela que fue presentada por su autora durante la Feria Nacional del Libro de León (Fenal) en su edición número 34.