ENCUENTRO CON GOROSITO…
El mítico Pentágono alista tres propuestas para el denominado: “Domo de Hierro”, una red de defensa, para los Estados Unidos que incluiría enjambres satelitales con inteligencia artificial (IA) y capacidad de interceptación autónoma.
Este es uno de los proyectos más ambiciosos en la historia de los Estados Unidos. Según fuentes del Departamento de Defensa, el presidente Donald Trump recibirá tres opciones distintas para lanzar el “Domo de Hierro” o “Domo Dorado”, un escudo antimisiles basado en tecnologías espaciales avanzadas.
El plan prevé una red de interceptores desplegados en órbita baja, capaces de detectar y destruir misiles balísticos apenas segundos después de su lanzamiento.
Las alternativas están siendo desarrolladas por un grupo especial integrado por expertos de distintas agencias militares, denominado Tiger Team.
Aunque varían en alcance y dificultad técnica, todas las propuestas comparten un requisito clave: una coordinación institucional más robusta y la creación de una estructura organizativa exclusiva que se encargue de gestionar, integrar y supervisar todos los aspectos del proyecto de defensa desde cero, en vistas de que la Actual Agencia de Defensa contra Misiles (MDA) no tendría capacidad operativa suficiente para gestionar la complejidad del proyecto.
La estrategia general contempla objetivos escalonados. En el corto plazo, se apunta a mejorar los interceptores terrestres ya existentes, una meta alcanzable antes de las elecciones legislativas del 2026. Pero las verdaderas innovaciones podrían demorar entre 5 y 7 años en ser desplegadas.
El director de asuntos públicos de la MDA; Mark Wright, afirmó que el interés en el proyecto es significativo. El Pentágono ya recibió más de 360 propuestas, que van desde nuevos censores, sistemas de cifrado y tecnologías satelitales, hasta esquemas integrales que combinan soluciones de múltiples compañías.
Uno de los conceptos más avanzados proviene de la consultora Booz Allen Hamilton, que presentó su idea de Brilliant Swarms o “Enjambres brillantes”. Se trata de una red autónoma de miles de satélites en 20 planos orbitales, ubicados entre 300 y 600 kilómetros de altitud.
Cada satélite estaría equipado con inteligencia artificial y sensores propios, además de conectividad con radares terrestres y otras constelaciones en desarrollo.
La empresa afirmó: “Este sistema puede detectar, rastrear e interceptar misiles balísticos, minutos después de su lanzamiento. Así, se neutralizaría a la amenaza antes de que libere sus ojivas, con una tasa de éxito mayor que la actual”.
El vicepresidente ejecutivo de la consultora Booz Allen, Chris Bogdan, detalló que cada satélite de hasta 80 kilogramos funcionaría además como vehículo interceptador: impactaría directamente contra el misil enemigo.
De acuerdo con pruebas realizadas por dicha firma, el 50% de la energía del impacto convierte a la ojiva enemiga en plasma, el 40% de los restos se desintegra al reingresar en la atmósfera y sólo el 10% podría alcanzar el suelo, muy lejos del blanco original.
“Apenas un 2% del material podría tocar tierra como escombros”, agregó Trey Obering, asesor senior de la compañía y ex director de la MDA. Si obtuviera el contrato, Booz Allen estima lograr una capacidad operativa inicial entre los 5 y 7 años.
Varias grandes contratistas ya están vinculadas al proyecto “estrella” de la Administración Trump, como Lockheed Martin, Boeing, RTX, y Booz Allen Hamilton. Sin embargo, poco se ha mencionado a SpaceX, proveedor de lanzamientos y desarrollador satelital. Se especula que el proyecto podría no resultarle atractivo a la empresa de Elon Musk, ya que no impulsaría sus otras líneas de negocio.
A pesar del entusiasmo tecnológico, expertos advierten que el proyecto enfrenta un dilema estratégico de fondo: la gran desventaja económica. “Los misiles seguirán siendo más baratos de construir que los interceptores espaciales”, explicó un funcionario de Defensa.
Lo anterior significa que un adversario siempre podría saturar el sistema simplemente construyendo más proyectiles que los que “Domo de Hierro” podría neutralizar.
Por ahora, el futuro del escudo espacial está en juego. Pero si el presidente Donald Trump lo autoriza, el Pentágono podría esta a punto de abrir una nueva era en la guerra del espacio.
¡Hasta el próximo encuentro…!
Dr.(c) Washington Daniel Gorosito Pérez