CHIVAS ELIMINA AL AMÉRICA Y ES FINALISTA

Alberto Aceves/La Jornada/Foto:Chivas/Cd México.-La historia del clásico nacional en la semifinal de vuelta de la Liga Mx no podía escribirse de otra manera que no fuera con un final de infarto. El Guadalajara, más gigante que nunca en el estadio Azteca, logró una victoria imposible ante el América 3-1 (3-2 global) para tocar el cielo de la liguilla y citarse con Tigres en la última instancia de la pelea por el campeonato.

Después de su derrota en la Perla Tapatía, el técnico Veljko Paunovic elevó el tono de un mensaje que venía repitiendo como un ritual de grandeza. “Este equipo puede ga-narle a cualquiera”, dijo a sus jugadores el serbio. Si bien pasaron contratiempos, todos llegaron a la misma conclusión.

Paunovic hizo un trabajo de orfebre para encender el ánimo de su plantilla y situarla en un estado de alerta máxima. Si Chivas dominó durante varios minutos el partido no fue porque su apetito estuviera saciado tras una fase regular inolvidable, sino porque su público aportó la porción sicológica que necesitaba para aumentar su agresividad.

En una noche lluviosa, el Rebaño dio muestras de ser valiente, pero también exhibió síntomas de cansancio. La obligación de marcar dos goles en un estadio ajeno se transformó en una cornisa cada vez más angosta por la que debía transitar.

Según discurrieron los primeros ataques rojiblancos, Paunovic no buscó elevar la tensión de su plantel, sino conseguir un punto más de contundencia en sus delanteros. Si el “¡Dale, dale, dale Rebaño!” inyectaba adrenalina en las gradas, los desbordes de Roberto Alvarado y Alexis Vega doblaron la dosis de estímulos para un equipo que defendió durante más de 50 minutos con el puño apretado.

Con mucho esfuerzo, Alvarado se encargó de iniciar la jugada que derivó en el gol de Ronaldo Cisneros (19). El Piojo ganó un duelo individual por aire ante Alejandro Zendejas y puso un pase milimétrico para la llegada del Cisneros, cuya velocidad sirvió de antídoto frente a la salida del portero Luis Malagón y los intentos de Sebastián Cáceres de despejar la pelota.

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