Alberto Aceves/La Jornada/Ciudad de México. En el inicio de un proceso que promete cambios a futuro, la selección mexicana de Diego Cocca alcanzó apenas un empate (2-2) ante Jamaica en el estadio Azteca, bajo una tormenta eléctrica que detuvo el juego por casi 20 minutos.
Más que una fiesta por su regreso a casa después del Mundial de Qatar, el equipo mexicano enfrentó el feroz reclamo de su templo. Miles de personas abuchearon a Cocca y el portero Guillermo Ochoa cuando aparecieron por primera vez en las pantallas gigantes. Lo mismo en los casos de Jorge Sánchez y Raúl Jiménez, delantero que dejó fuera de la lista rumbo a Qatar a Santiago Giménez.
Con el cañonazo de Bobby Reid (minuto 7), que puso adelante a los jamaicanos y dejó a Ochoa tendido desde más de 20 metros, la situación devino en algo peor. Buena parte del Azteca cantó “¡Acevedo, Acevedo!” a favor del joven de Santos, Carlos Acevedo y en detrimento del capitán de la selección.
En el aire se respiraba el riesgo de quedar fuera del Final Four en la Liga de Naciones de la Concacaf, pero sobre todo de un nuevo Aztecazo, tan inesperado como el de 2001 ante Costa Rica. Gracias a una jugada fortuita de varios rebotes, Orbelín Pineda encontró el 1-1 y de paso, un poco de aire (17). Pero Jamaica siguió en la suya, olfateando que el extinto gigante de la Concacaf estaba en problemas.
Un descuido de Edson Álvarez, más preocupado por amedrentar a los delanteros que en mantener la mirada fija en un tiro de esquina, permitió que los caribeños recuperan la ventaja tras un autogol (32). Paradójicamente, el diluvio que cayó anoche al sur de la capital coincidió con el peor momento del Tri en su segundo compromiso bajo el mando de Cocca.
Dada la cantidad de rayos que iluminaban el cielo, el árbitro Ismail Elfath decidió detener las acciones al minuto 34. Sólo así el equipo mexicano pudo recuperar la fe y respiró con el empate de Chucky Lozano, de penal (45+1).