EL SENTIMIENTO DEL TIEMPO

Enrique Avilés Rodríguez

Compañía de Danza Experimental de Lola Lince

El sentimiento del tiempo 

Poema escénico en 4 pasajes

Destrozar a Orfeo,

bajar como Eurídice al infierno,

bailar el desasosiego de Perséfone, 

la desesperación de Deméter,

bailar la inocencia del Danubio en el Alba,

bailar el río, ser el río.

                                   Lola Lince

Hemos tenido la fortuna y el privilegio de ver en diversas ocasiones la destreza y el arte dancístico de la bailarían tapatía Lola Lince, avecindada desde hace varios años en la ciudad de Guanajuato, tanto en diversos festivales cervantinos como en actuaciones realizadas más allá de ese importante evento anual. 

Con una sólida formación tanto en la danza clásica, en donde alcanzo la categoría de solista de la Compañía de Bellas Artes de Jalisco, como en nuevas y complejas expresiones dancísticas como la danza Butoh, bajo la tutela de Natsu Nakajima quien fue discípula de los creadores de la Ankoku Butoh o danza de las tiniebla, Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, por lo que se puede decir que Lola Lince pertenece a la tercera generación de bailarines butoh, aunque no se ha quedado estancada en ese discurso coreográfico. 

En esta 50 edición del Festival Internacional Cervantino la bailarina nos presentó, en colaboración con Mauricio Ascencio, el poema escénico El sentimiento del tiempo, coreografía pensada y construida durante la pandemia de Covid-19 que cobró en nuestro país cientos de miles de vidas. Formado por cuatro pasajes: Duelo, Ira, Oración y Salvación donde su discurso corporal es muy original, aunque según mi apreciación tiene algunos sesgos del estilo Butoh. El recurso más notable es el uso de manos, dedos, brazos y piernas muy alejado de la danza clásica y de la moderna pues no se trata de mostrar la belleza de los cuerpos y la energía física alcanzada a través del entrenamiento constante, sino de expresar de forma no convencional, simbólica, una sería de estados de ánimo como  la tristeza por la muerte de un ser querido, la irritación  ante tal  hecho, la recurrencia espiritual a lo divino mediante una oración corporal que busca el alivio frente al dolor de la pérdida y  un estado de regocijo porque finalmente ha encontrado, como un río espiritual que alcanza el mar de la eternidad, el camino a la inmensidad de lo  celestial. 

Los recursos escénicos son minimalistas, una silla, una tela y algunas flores-dardo que clava en el foro. Su vestuario es sencillo pero lo usa con gran sensualidad al compás de la música de Ryiuchi Sakamoto y Julio César Aguayo. El público que abarrotó el Teatro Cervantes estalló en un prolongado aplauso por tan singular trabajo de la entrañable Lola Lince, a quién desde aquí le reiteramos nuestra admiración y gusto enorme por su trabajo y el de su Compañía de Danza Experimental. 

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