RECORDAR ES VIVIR, RECUERDA QUE TIENES QUE MORIR

Desde la vida  con la Deutsches-SchauSpielHaus Hamburg

Enrique Avilés Rodríguez

La muerte voluntaria es la más hermosa. 

La vida depende de la voluntad de los demás, 

la muerte, de la nuestra. 

Michael de Montaigne/Ensayos

Este teatro establecido en Hamburgo, Alemania,   es uno de los más añejos de la actualidad pues tiene más de 120 años de haber sido fundado y cuya actividad a lo largo de este tiempo ha ido desde el teatro clásico hasta expresiones contemporáneas como el performance, las instalaciones y los espectáculos multimedia. 

Su presencia y participación en esta edición  del Festival Internacional Cervantino ha sido con la obra Desde la vida , presentada en el Auditorio del Estado durante este 50 Festival Internacional Cervantino, que aborda un tema por demás complejo, se trata de la reivindicación del derecho personal para decidir el momento y la forma de la propia muerte. Construida con base en entrevistas realizadas por la periodista Grigitte Venator,  quien logró ganarse la confianza y el deseo de compartir con gran valor -pues no es fácil permitir que otro conozca nuestra vida privada-  y sabiduría sus opiniones sobre la muerte, su propia muerte desde esa vida que se apaga y el consiguiente duelo.

Citando a la poeta polaca Mascha Kaléko uno de los actores nos dice 

No tengo miedo de mi propia muerte

Sólo de la muerte de los que están cerca de mí

¿Cómo puedo vivir cuando ya no están?

[…]

Recuerden: uno sólo muere su propia muerte

Pero con la muerte de otros, uno tiene que vivir.

Aquellos que están próximos a morir, ancianos y enfermos terminales que padecen grandes sufrimientos, haciendo uso de su autodeterminación piden que alguien los ayude a tener una muerte digna decidiendo la hora y el lugar en que alguien les suministre una sustancia que los lleve a un sueño profundo del que no habrán de despertar. 

Estas historias de vida contadas a la entrevistadora, fueron  trabajadas por  la dramaturga  Beate Heine, quien puso el acento en la prohibición de Estado alemán para que un tercero ayude a bien morir con dignidad a quien solicite reflexiva y voluntariamente que alguien lo ayude a transitar de la vida hacia la muerte. 

La dirección de esta obra testimonial estuvo a cargo de la multipremiada y actual directora de la  Deutsches-SchauSpielHaus Hamburg, Karin Beier, quien editó múltiples historias de vida para presentarnos este panorama atravesado por una polémica que trasciende lo meramente local y llega a toda la humanidad, que sigue perturbada por uno de los grandes misterios de la vida que nos implica a todos, el de la muerte. 

En los años ochenta del siglo pasado apareció la primera organización llamada Exit, sin fines de lucro, que reivindica el suicidio asistido o eutanasia como acto último de libertad personal. Más tarde se conoció la historia del doctor Kevorkian, apodado como el doctor muerte, que practicó la eutanasia a 130 personas y fue acusado de homicidio y condenado a 25 años de prisión. 

En Alemania el tema de la   eutanasia dividió en dos grandes grupos a sus ciudadanos, unos reivindicaban la decisión personal de morir y otros la defensa de la vida aun llevando a cuestas  terribles dolores  y sufrimientos. En el Tribunal Constitucional Federal de Alemania se discutió si el Estado tiene la potestad de impedir la muerte voluntaria asistida, castigando a los facilitadores, o si debe apoyar y despenalizar la eutanasia. Finalmente, apenas en febrero de2020, el  Tribunal derogó la prohibición y penalización del suicidio asistido. 

Esta determinación jurídica no impide el duelo de los familiares y amigos por el suicidio asistido de un ser querido, como nos dice la poeta polaca, no tengo miedo de mi propia muerte, sólo de la muerte de mis seres queridos porque con la muerte de alguno de ellos, uno tiene que vivir. A este respecto la agrupación reflexiona y nos dice:

¿Cómo reaccionar cuando tus padres te dicen que quieren que sus vidas terminen juntas? El padre tiene la enfermedad de Parkinson avanzada, la madre está sana, pero no puede imaginarse vivir sin su marido. Desde la perspectiva de los hijos y los nietos es un pensamiento insoportable. Para los padres, sin embargo, implica dejar la vida como la han vivido: por decisión propia. Para todos los involucrados implica un proceso doloroso y la confrontación abierta con el deseo de morir, que no sólo desconcierta al entorno familiar.

Según Sigmund Freud existen tres pulsiones psíquicas: Eros o el principio de placer, Thanatos o el principio de muerte y Ananké o el principio de realidad que reprime tanto la búsqueda amplia y libre del placer que está íntimamente ligado al deseo de la autodestrucción o muerte. Estas restricciones social y culturalmente constituidas son lo que él llamó el malestar en la cultura que incluye la decisión de una muerte digna, que cada vez gana más terreno y desdramatiza el inevitable duelo. Pero nos guste o no, la vida acaba. 

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