ebastián Sansón Ferrari /Vatican News/ Edmonton, Canadá.-El Sucesor de Pedro también advirtió que “en la Iglesia el trigo se mezcla con la cizaña”, "también en la Iglesia", repitió, y puntualizó que “precisamente a causa de esa cizaña” quiso realizar esta peregrinación penitencial e iniciarla esta mañana “haciendo memoria del mal que sufrieron los pueblos indígenas por parte de muchos cristianos y con dolor pedir perdón”.
Una vez más, el Pontífice insistió en que le duele pensar “que algunos católicos hayan contribuido a las políticas de asimilación y desvinculación que transmitían un sentido de inferioridad, sustrayendo a comunidades y personas sus identidades culturales y espirituales, cortando sus raíces y alimentando actitudes prejuiciosas y discriminatorias, y que eso también se haya hecho en nombre de una educación que se suponía cristiana”.
“La educación siempre debe partir del respeto y de la promoción de los talentos que ya están en las personas. No es ni puede ser nunca algo elaborado previamente que se impone, porque educar es la aventura de explorar y descubrir juntos el misterio de la vida. Gracias a Dios, en parroquias como ésta, día tras día, se construyen por medio del encuentro las bases para la sanación y la reconciliación.”
La reconciliación
Reconciliación es la palabra clave en la que se detuvo el Obispo de Roma y propuso unas reflexiones en torno a ella. Formuló dos preguntas: “¿Qué nos sugiere Jesús al respecto? ¿Qué significado tiene hoy para nosotros?”.
“La reconciliación obrada por Cristo no fue un acuerdo de paz exterior, una especie de compromiso para contentar a las partes”, aclaró, y “tampoco fue una paz caída del cielo, que llegó por imposición de lo alto o por absorción del otro”, recalcó. “Es Jesús quien nos reconcilia en la cruz, en aquel árbol de la vida, como les gustaba decir a los primeros cristianos”, sostuvo el Papa.