EFE/Agencia.-Según la consultora tecnológica IDC, la salud mental es una de las áreas más importantes del sector sanitario en la transición hacia modelos de atención integrados y personalizados, donde la transformación digital puede ser realmente disruptiva.
Y esto es debido, según IDC, a que la incidencia de la salud mental en el gasto sanitario es alto y creciente debido al impacto en aumento de las enfermedades crónicas que pueden desembocar a largo plazo en trastornos neurológicos.
Pero también porque el modelo de cuidado aplicado en este área, que requiere de una estrecha colaboración entre los especialistas, los centros de salud, los cuidadores y el propio paciente, es un precursor del sistema de atención integrada y personalizada que se requiere para abordar otras enfermedades.
El uso de nuevas tecnologías en salud mental es creciente, aunque aún queda mucho camino por recorrer, según el psicólogo Oriol Mercadé, un claro ejemplo de “early adopter” en España.
“Todas las ciencias se están beneficiando mucho de las nuevas tecnologías, pero parece que la psicología está encasillada en lo que aprendimos en la universidad”, opina Mercadé, a quien ese vínculo con la técnica podría decirse que le viene de familia.
Hijo de psiquiatra, su padre fue uno de los primeros en usar en los años 70 el “biofeedback”, unos sensores que recogen información del cuerpo del paciente y la muestran de forma auditiva, con un pitido más o menos agudo, en función del desasosiego o tranquilidad del paciente, o a través de información en una pantalla.
“Es información en tiempo real, que te dice a cada segundo cómo está el paciente. Es información objetiva y no la opinión del paciente. No engaña”, explica Mercadé, que lo utiliza en sus terapias desde que comenzó a ejercer.
Realidad virtual para tratar fobias
Ahora ha incorporado las gafas de realidad virtual en los tratamiento de fobias, que en terapias cognitivo-conductuales se abordan exponiendo al paciente, de manera controlada, a la causa de su ansiedad, sean las alturas o las arañas, para que vaya desensibilizándose.
“Los estudios demuestran que la realidad virtual es igual de fiable que la exposición directa” en estos tratamientos, explica.
En las terapias tradicionales el paciente tiene que visualizar y ponerse en situación, pero no todo el mundo tiene esa capacidad, por lo que muchos acaban frustrándose.
Pero con realidad virtual, no es necesario: “Vienen, se ponen las gafas y ya se ven en un ascensor de cristal de 20 pisos o en un avión”, resume Mercadé, que recuerda que si el paciente se agobia, “sólo tiene que quitarse las gafas”.
Además esta tecnología permite al terapeuta ir graduando el estímulo. “Si es miedo a los perros, primero puedes poner perros pequeños, luego más perros, luego un perro sin atar, luego un perro nervioso… “, apunta Mercadé, que acompaña el tratamiento con el “biofeedback” para estar seguro de que el paciente está preparado para continuar.
Con esta tecnología se aprovecha “mucho más” la sesión que, incluso, puede hacerse de forma remota, apunta Daniel Roig, cofundador de Psious, una empresa de soluciones de realidad virtual.
Su uso creciente está relacionado con la democratización de la tecnología, ya que ahora es posible tener unas gafas mejores de las que había hace 10 años “por el precio de un smartphone”, añade.
Además del tratamiento de fobias, la realidad virtual se utiliza con deportistas de élite, para preparar momentos de tensión como el lanzamiento de un penalti o la salida en un carrera.
Psious también trabaja en programas de relajación para niños que deben someterse a procedimientos dolorosos o para pacientes de cáncer, a quienes el tratamiento con quimioterapia les genera ansiedad o, incluso, fobia al box donde reciben la terapia.
“Esto lo tratan con realidad virtual como una fobia más”, explica Roig, que añade que está demostrado que el tratamiento con quimio es “más productivo” cuando está el enfermo está “en un estado de distracción”.
La compañía, cuyo software usan 300 terapeutas en España y EEUU, facturó 100.000 euros en 2015, pero en 2016 prevé llegar al millón.
Apps para móviles
Otra tecnología con gran predicamento en salud mental son las apps, como Mementum, creada por la compañía de software Taniwa y que permite detectar precozmente síntomas de problemas neurológicos al clonar en el móvil las pruebas que un neurólogo hace en consulta.
Probada en más de 1.000 pacientes, Mementum se vende a hospitales o centros de diagnóstico para ayudar al especialista a detectar síntomas o evaluar cómo responde el paciente a un tratamiento, aunque, según el consejero delegado de Taniwa, José Luis Marina, también puede ser de interés para aseguradoras y farmacéuticas.
“Hay mucha gente que empieza a tener parkinson y que no lo tiene diagnosticado y con este tipo de apps y con este tipo de síntomas puedes adelantarte al diagnóstico varios años”, asegura Marina.
Aplicaciones las hay de todo tipo: para detectar síntomas de depresión, para ayudar a relajarse o para monitorizar a pacientes con bipolaridad, aunque Mercadé alerta de que algunas de ellas pueden ser “un cuento chino”.
Big data para saber más de la enfermedad mental
La tecnología también puede usarse como herramienta de investigación, como en el proyecto “Hikari”, puesto en marcha en el Hospital Clínico de Madrid en colaboración con Fujitsu y que viene a ser una demostración más de que el código postal influye en nuestra salud mucho más que el código genético.
“Hikari” significa “luz” en japonés, porque el objetivo del proyecto, precisamente, es arrojar luz sobre la enfermedad mental, porque “cuando uno entiende puede encontrar soluciones”, explica a Efe el director de Innovación del Hospital Clínico San Carlos, Julio Mayol.
El proyecto, en el que participan más de 20 investigadores, consiste en analizar, mediante supercomputadores, miles de datos de los pacientes del departamento de Salud Mental, aquellos puramente sanitarios pero también los que tienen que ver con el contexto, de forma totalmente anónima.
Y, así, se analizan la situación económica, el contexto social o el nivel de estudios de los pacientes, pero también el influjo de los ciclos lunares en la afluencias a los servicios de urgencia de Salud Mental.
Con este sistema, se ven relaciones que antes no eran evidentes y se analizan muchas variables actuando a la vez, para entender cuánto contribuye cada una de ellas y sobre cuál habría que incidir.
“Ahora mismo lo hacemos ensayo-error. Así lo que tendríamos es una herramienta basada en datos reales”, resume.