Sin lugar a dudas la mayor sorpresa de las elecciones legislativas francesas del pasado domingo 11, fue la abstención del 50.3% de los habilitados para votar. Esta cifra marca un triste record de desinterés en las elecciones legislativas desde que fuera fundada la V República el 5 de octubre 1958, por el general Charles De Gaulle.
Esta alerta roja, ya superó la amarilla, debido a que un francés de cada dos decidió no acudir a las urnas en la primera vuelta a escoger quien le representará en la Asamblea Nacional. El movimiento político de Emmanuel Macron, República en Marcha, obtuvo la mayoría de los votos el 32,2% del 49,8% emitidos en la jornada
La oposición de derecha (Los Republicanos), logró el 21%, El Frente Nacional 14%, Francia Insumisa 11%, Partido Comunista 3%, Partido Socialista 3% y candidatos diversos 4%.
Un punto a destacar es que por primera vez en la V República, un presidente logra una tan amplia mayoría en el Parlamento, con tan limitado número de votos. De todas formas la plataforma política y programática del novel mandatario francés, no ha logrado obtener la adhesión total del electorado, al contrario, la ola de escepticismo político de un número tan importante de ciudadanos se ha visto acentuada en estas legislativas.
De las negociaciones que hagan los sectores y sus discursos que puedan movilizar a los abstencionistas el próximo domingo 18, dependerá la integración de la futura Asamblea Nacional. En este tipo de escrutinio, la experiencia dice que suele confirmarse la dinámica favorable al partido mayoritario.
El llamado de atención es muy importante, la baja participación, arroja una sombra muy larga de dudas sobre las instituciones democráticas y un modo de escrutinio en las elecciones presidenciales y legislativas en el que el resultado final no es la expresión de las fuerzas reales en el país. Esa misma abstención limitó el triunfalismo de los ganadores, conscientes que el escepticismo de los franceses muestra una enorme desconfianza hacia la clase política; por lo tanto la salud de las instituciones democráticas del país galo parece no estar a su mejor nivel.
Si bien la confusión en la campaña dada por la multiplicación de candidatos que favorece la dispersión de votos, pero también por las rupturas o divisiones internas tanto en la izquierda como en la derecha en su posicionamiento con respecto a la mayoría. Lo real es que la República en Marcha de Macron, tendría entre 410 y 445 del total de 577 integrantes de la Asamblea Nacional, superando ampliamente la mayoría absoluta de 289 diputados.
Si bien la aparente mayoría parlamentaria que seguramente se ratificará en la segunda ronda de las elecciones legislativas del próximo domingo 18, el flamante presidente de Francia, Emmanuele Macron, daría un paso muy firme para lograr el gran objetivo de campaña de las ambiciosas reformas que prometió a los ciudadanos, tendría el camino libre de escollos en la Asamblea Nacional para aplicar su programa electoral.
La victoria del Partido de la República en Marcha, del jefe de Estado más joven en la historia de Francia desde Napoleón, electo el pasado 14 de mayo, si se repite en la segunda vuelta confirmaría el desgaste de los partidos tradicionales franceses, pero también una marcada caída en la tasa de participación en las elecciones legislativas. De ahí el título de este artículo, “ganó Macron y la abstención”, diríamos que perdió la democracia participativa.
¡Hasta el próximo análisis…!
Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez